Proporcionar servicios bancarios y de inversión a individuos y familias de alto patrimonio neto es un negocio rico en historia y tradición, pero que está cambiando rápidamente. La batalla por clientes rentables se está intensificando, al igual que la demanda de servicios cada vez más sofisticados por parte de esos clientes. Además, las firmas tradicionales de gestión de la riqueza están siendo aún más desafiadas por los proveedores de tecnología avanzada y el aumento de la inversión de «hágalo usted mismo» utilizando fondos cotizados en bolsa. Debido a todos estos desafíos, un peligro clave para los administradores de riqueza de hoy es la complacencia.

 

Las empresas de gestión de la riqueza más innovadoras están explorando la inteligencia artificial (IA) utilizando el aprendizaje automático como un medio para mantenerse a la vanguardia de un mercado que cambia rápidamente. Las aplicaciones efectivas de la IA pueden ayudar a las empresas de gestión de patrimonios a captar nuevas perspectivas de clientes, desarrollar nuevos productos de inversión, aumentar la rentabilidad de los clientes al profundizar las relaciones, eliminar las ineficiencias operativas y gestionar el riesgo de manera más efectiva.